Monteando suele saltarte al paso algún que otro corzo, ágiles siempre, buscando el despiste en su huida, piensas que les tienes en tu línea de visión al frente de salida y te han dado esquinazo situándose a tu espalda. En el bosque debemos aprovechar los breves momentos que se detienen a mirarte en su costumbre de observar el posible peligro que representas.
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