Vas moviéndote por terreno rocoso y casi siempre te sale alguna lagartija al paso, huyendo rápido unas veces y mirándote con descaro cuando su distancia de seguridad es prudente. Al final, una de ellas se mete en un agujero natural de la roca. Esperas con paciencia, bajo el sol, y obtienes el premio. Con cautela se asoma observando el posible peligro y observas el mimetismo de sus colores y las rocas de su entorno.
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