Metí en la mochila de la cámara a este pollo volantón de triguero. Posado sobre una mata de escaramujos creo que no había visto todavía un humano. Se dejó acercar mirándome sin ningún temor. Al poco se posó un adulto y se fueron ambos. Supongo que este joven recibió una de las primeras lecciones de supervivencia.
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